Buscando el Sol en la niebla roja
El tiempo se detiene ante mi. Las agujas del reloj se hacen interminables mientras el ruido del calefactor taladra mis vagas ideas.
Afuera todo es extraño, parece como si aquel sueño recobrase vida y todo se volviese de un futuro gris incierto que huele a devastación.
Y es que no dejo de mirar por la rendija de mi ventana, observando al vecino de enfrente cómo pasa las horas sentado en frente de la caja que habla.
Una y otra vez la misma canción, miedo, terror… “no salgáis de vuestras casas, la niebla roja volverá en un par de días, es hora de apuntalar el último tablón de tu nueva ventana…”
Ruido, siempre escucho ruido desde mi interior.
Y es que desde hace más de cien años nos cuentan la leyenda que existía un mundo de colores, olores y sabores del cual, todos disfrutábamos.
Hoy se hace difícil de imaginar, pues no conozco que es respirar sin quitarme esta burbuja de cristal que me aísla del calor de un cuerpo que no reconozco.
¿Cuántas vidas llevamos sin ver el Sol?
Ya no me acuerdo, todo eran leyendas de mi abuela.
Ella es quien me contó que tuvieron que refugiarse, pues quienes les gobernaban, les rociaron con un gas tan sutil, que no lo vieron venir.
Les hicieron pensar que sólo se salvarían si accedían a implantarse un chip.
Pues así sabrían en que zonas estaban refugiados, y nunca más, habría escapatoria.
Mi abuela Enit, recordaba que ella huyó, logró refugiarse en un lugar maravilloso pues sus papas se negaban a que no existiese el Sol.
Así, junto al resto de La Resistencia, crearon un nuevo mundo, donde todos eran libres y nadie te apuntaba con un fusil por pisar la calle.
Cada vez que sus palabras vienen a mi memoria, recuerdo cómo se iluminaban sus ojos, parecía que pudiese volver a oler las flores con las que ella jugaba o sentir el barro de los charcos cuando saltaba mi abuela..
Qué lugar tan idílico, allí donde el agua es salada donde la brisa del mar acaricia las palabras y el tiempo es el refugio para la vida.
Por eso, hoy me pregunto… que será de aquel liquido dorado que solía fabricar mi abuela, con el cual decía devolver el Sol desde el silencio de nuestro corazón.
Será que es hora de despertar de esta realidad que ya no es vida ni es nada…
Debo buscar entre los recuerdos de mi memoria, pues ella me recitaba día y noche la formula de la vida.
Esas palabras cada vez inundan más mi memoria, hasta el punto que conseguiré replicar ese liquido dorado devolviendo la vida al planeta.
Que raro se me hacía imaginar un mundo donde algo invisible apaga tantas sonrisas.
Y aquí estoy, sentada en mi ventana, viendo como la vida no pasa, y se detiene hasta el sonido del silencio. ¿Cuándo volverá la realidad?
Qué es la realidad… si me doy cuenta que nunca tuve una cierta.
Enit Guiomar💛💛
·El Lenguaje del Alma·