La maestría de la vida se encuentra en surcar las tempestades.
El amor propio, invita a la lección de marcar esos límites sanos, que evidentemente con nuestras heridas no hemos sabido distinguir el yo del otro.
Es una fortaleza el reconocer esos pasos, permitiendo que broten las emociones estancadas para su reconocimiento y liberación, siendo puente para la transmutación de lo que aún quedaba oculto en el interior.
Permitir ese enfado también es una honra a nuestra Luz, queriendo de alguna forma, recuperar esa soberanía que perdimos por querer encajar donde no era nuestro lugar.
Atender esos espacio, nutren el alma, irradian sabiduría y reflejan que el amor, a pesar de todo, sigue en el centro de nuestra existencia.
Te abrazo, amor


*Mensaje compartido en la integración de Müshi
Todos somos uno y caminar acompañados nos permite descubrir la Luz que nos habita.
Jessica y Gorka

abril 20, 2025
Mensaje de Resurrección a través de Miriam de Magdala