En estos días, el Sol nos habla en otro lenguaje.
Sus pulsos no solo iluminan la piel, sino que atraviesan las capas más profundas de nuestra memoria.
Las frecuencias solares se elevan, y con ellas, nosotros también. Todo vibra distinto.
Lo sutil se hace visible.
Lo que callábamos, el cuerpo ahora lo expresa: zumbidos en los oídos como códigos que despiertan; presiones en la cabeza, mareos, cansancio en los músculos que aprenden a sostener más luz; el corazón latiendo al ritmo de lo desconocido.
Nada está fallando.
Todo se está reordenando.
Estamos siendo recalibrados para habitar una nueva frecuencia, más pura, más transparente, más verdadera.
Es un proceso de desprendimiento,
una danza entre el fuego y el silencio.
El alma se expande mientras el personaje, ese que construimos para sobrevivir, comienza a disolverse.
Las máscaras caen, como liberación al Ser.
Por eso, muchas conexiones se diluyen. Relaciones, trabajos, vínculos… se transforman o se desvanecen, porque ya no pueden sostener la vieja vibración. Todo lo que fue tejido desde el miedo, la necesidad o el interés se revela y se desarma.
No es pérdida,
es verdad manifestándose.
Estamos dejando atrás una realidad que ya no nos pertenece. Es la antesala del resurgir del fénix azul: la conciencia que recuerda su origen, que se eleva desde las cenizas del ego para volar hacia el amor esencial.
Entre la novena del umbral y el tránsito, caminamos una puerta invisible: el pasaje entre lo que fuimos y lo que estamos recordando ser.
Cada síntoma, cada emoción,
cada despedida es una ofrenda al renacer.
Suelta.
Respira.
Permite que la luz haga su trabajo.
Porque en medio del aparente caos, la creación está tejiendo un nuevo amanecer dentro de ti.
No lo olvides, No te olvides
Jessica y Gorka • 💜⚜️
Guardianes de la Luz #veintiochoalmas








