Encender el humano solar
es recordar que llevamos un sol en el pecho,
una llama sagrada que no se apaga,
aunque la niebla del mundo quiera cubrirla.
Nuestro cuerpo no es casualidad,
es la maquinaria divina donde la vida danza,
un templo donde los ríos de sabiduría
fluyen desde lo más profundo,
nacidos de raíces ancestrales
que ya plantaron las semillas
de lo que hoy brota en el corazón.
No hay camino más verdadero
que aquel que se pisa con conciencia.
No hay gurú más sabio que tu silencio interno.
No hay nodo ni portal más potente
que el que se abre cuando eliges recordarTE.
Ya lo dijeron:
vendrían tiempos de confusión,
de espejos rotos y voces disfrazadas de verdad.
Pero no estás perdido, estás siendo probado.
La tarea no es seguir a nadie,
es encenderte por dentro,
ser fuego sin préstamo,
luz sin permiso ajeno.
Porque sí, somos luz en esencia.
Pero no basta con saberlo,
hay que vivirlo, asumirlo, recordarlo
con cada respiración.
Que no te vendan lo que ya eres.
Que no te sanen lo que tú no has tocado.
La trampa está en buscar fuera
lo que solo germina adentro.
Y mientras la marea sube
y las sombras buscan robar la chispa,
cuida tus pasos,
honra tu alma,
y no la vendas,
ni por brillo ajeno
ni por promesas vacías.
Activar el sol interno
es un acto de coraje sagrado.
Y ese, solo tú puedes hacerlo.
No lo olvides, No te olvides









