Suhari, guardián del fuego eterno, hoy ardes sin compasión sobre la piel de Madre Gaia.
Tus llamas, que un día fueron chispa de vida
y calor en el frío de la noche,
hoy se han vuelto torrente indomable, desgarrando bosques, devorando hogares,
ahuyentando a los hijos de la tierra
que no saben a dónde huir.
Esa no es tu fuerza innata
sino la manipulación del humano
que por codicia, todo corrompe.
Vuelve a ti, llama incandescente.
Gaia, la que nos dio ríos para calmar la sed
y montañas para elevar el espíritu,
la que nos regaló frutos,
mares y cielos estrellados,
tiembla bajo el peso de las brasas.
Tu aliento, Madre, se cubre de humo,
y tu pulso se quiebra.
Desde el principio de los tiempos,
los pueblos antiguos supieron
que cada elemento es sagrado.
Mayas, celtas, druidas,
chamanes del desierto
y navegantes de mares infinitos
alzaban sus voces para llamar a la lluvia,
para apaciguar el fuego,
para que la rueda de la vida
siguiera girando en equilibrio.
Hoy, nosotros, hijos de esta misma tierra,
debemos romper las grietas de la separación
y unir nuestras voces.
Que se escuche nuestro canto
más allá de las fronteras,
más allá de las lenguas.
Setnai, espíritu sagrado del agua,
tú que habitas en la lágrima,
en la ola, en la nube y en el manantial,
ven a nosotros.
Baña las heridas abiertas, acaricia la ceniza,
apaga la furia de Suhari
sin arrebatarle su esencia,
y devuélvelo a su centro,
donde pueda ser luz y calor, no destrucción.
Que llueva sobre los campos calcinados,
que brote el verde donde ahora hay vacío,
que regresen las aves y el perfume de las flores,
que el rugido del fuego
se transforme en susurro de lluvia.
Por los animales que corren exhaustos
buscando refugio,
por los árboles que han entregado su vida,
por los ríos que esperan renacer,
alzamos nuestra voz al cielo.
Que Suhari descanse.
Que Setnai despierte.
Y que Gaia respire,
para que el ciclo sagrado de la vida continúe.
Reunamos fuerzas para sostener
los elementos en su equilibrio
🙏🏻







