Estos días de desconexión exterior
han sido un regreso al corazón.
En la quietud he recordado el lenguaje del alma,
la voz suave que habita detrás del ruido,
que nos susurra que la verdadera expansión
no está en mirar fuera,
sino en abrazar lo que ya somos.
Hemos sentido el llamado de la unificación,
el reencuentro sagrado entre las fuerzas
que por tanto tiempo creímos opuestas.
Lo femenino y lo masculino ya no desean luchar,
desean reconocerse, danzarse, amarse.
La energía de la Tierra y la del Cielo,
el sentir y el hacer, el reposo y el impulso,
vuelven a mirarse a los ojos.
Este es el tiempo de restaurar la coherencia.
De recordar que no hay camino fuera
de la unidad interior. Todo lo que buscamos en los otros —el amor, la presencia, la dirección— florece cuando las polaridades dentro de nosotros,
se reconcilian.
La energía de Magdala me recuerda que
la unión no es un concepto,
es un acto de amor profundo.
Integrar no significa igualar,
sino permitir
que cada aspecto ocupe su lugar divino.
Cuando la mente deja de juzgar
y el corazón deja de resistir,
nace un espacio nuevo
donde el alma puede respirar.
Estamos siendo llamados a una nueva forma de vivir, desde la síntesis y no desde la fragmentación.
Cada vez que eliges la ternura
sin perder tu firmeza,
cada vez que accionas
sin dejar de sentir,
estás restaurando la trinidad interior.
No hay prisa.
todo se está reordenando con precisión divina.
Confía en el proceso,
porque el alma nunca se equivoca en su ritmo.
Permítete ser testigo del renacer
que está ocurriendo en ti,
en la Tierra, en todos.
La unificación es el puente.
Es el retorno al hogar interior,
donde la divinidad no se divide,
sino que se reconoce en su totalidad.
Desde ese lugar, todo se alinea,
todo se sana, todo vuelve a ser Uno.





El amor en uno Jessica y Gorka • 💜⚜️







