Hace mas de veinte años, un día como hoy, cambió mi vida.
Pero no me di cuenta de que la trascendencia de lo que ocurrió, sigue repercutiendo en mi ahora, en mi presente.
Y es que lo que no se ve, se siente a través del tiempo y del espacio.
Ya que ahí, es donde nos volvemos a abrazar.
El último adiós es el que más cuesta aceptar e integrar, sobre todo cuando no sabes la realidad más allá de la materia.
Y es que hoy, puedo dar las gracias a mi mente protectora, que cuidó de aquella niña que no comprendía el hecho de que no hubiesen mas abrazos.
Hubo un silencio en mi interior haciendo que las realidades se fusionaran apagando así la llama de mi Luz.
Gracias a mi cuerpo, pues tú me hiciste recogerme en las raíces de la soledad, para poder emerger y volver a sentir.
Ahora viajo entre mis años y el recuerdo me permite trasladarme a infinidad de instantes dónde me acompañabas y guías.
Hoy la Luz brilla diferente, el calor se palpa y el abrazo se hace realidad.
Gracias por los susurros, por la protección y por la compañía que siempre sentía aunque no me atreviera abrir tu puerta.
Este año el abrazo volverá a ser real.
Berriro ere, agur aita. 💜💜✨
Jessica 💜
·El Lenguaje del Alma·