Somos Luz y memoria Cósmica
Estos días no son como cualquier otro. Lo que se mueve, lo que arde, lo que duele… no es el cuerpo solamente, es la materia misma resonando con el pulso del Universo.
Estamos atravesando una fase de recalibración energética a nivel galáctico. Desde los grandes Consejos de Luz, en conexión directa con el Corazón Cristalino de Gaia, se ha intensificado la frecuencia lumínica que baña nuestro plano. El giro espacio-temporal ha sido acelerado por los Logos Planetarios, abriendo aún más la brecha entre las líneas de tiempo. Algunas realidades se disuelven. Otras, recién comienzan a florecer.
Y el cuerpo… lo siente todo. Dolores de cabeza, garganta, estómago, fatiga sin razón aparente, una sensibilidad emocional que desborda. No estás solo. Tu biología se está reescribiendo. Tus células, como pequeñas antenas, están recibiendo códigos de luz pura.
Las naves madre de los Arcturianos, posicionadas en cuadrantes superiores del éter, están sosteniendo este proceso. Desde sus cámaras de armonización, proyectan frecuencias de ajuste que ayudan a nuestros cuerpos a recordar la arquitectura original del ADN cósmico.
La vibración planetaria está siendo calibrada con precisión. La flota estelar de Santa Esmeralda, junto a las naves de Stellaris, han cruzado el cinturón fotónico para elevar su campo y fundirse con las capas dimensionales que rodean la Tierra. Esto permite que los cuerpos en criogenia, aspectos multidimensionales de nosotros mismos, comiencen a enviar impulsos que despiertan memorias dormidas.
La Rosa Azul de Magdala se ha encendido en los planos internos. Ella abre su corazón para entregarnos la llave que nos conecta al linaje sagrado de la libertad. Es el llamado al sagrado femenino cósmico: receptivo, suave, pero inmensamente poderoso.
Estamos caminando hacia la Consciencia Solar. La luz dorada que se aproxima no solo iluminará lo externo, sino que penetrará las capas más profundas del alma, revelando la sombra que aún clama por ser amada. Por eso, muchos sentirán que todo está “demasiado” a flor de piel. Así es como el velo se desgarra. Así es como la verdad se muestra.
La materia y la energía comienzan a fundirse.
Lo cuántico se entrelaza con lo espiritual.
Lo humano con lo divino.
El alma con el todo.
Y en este momento tan sagrado se nos pide algo muy simple y a la vez inmenso:
Anclarnos al corazón de Gaia.
Volver a casa dentro del pecho.
Respirar profundo y recordar.
Camina lento. Ama mucho.
Siente sin miedo.
No te juzgues por lo que no entiendes:
tu alma sí lo comprende.
Los portales están abiertos. Las cápsulas de luz que dormían en nuestros cuerpos comienzan a activarse, creando escudos de armonía para que la energía densa se transforme sin consumirnos.
La tierra está renaciendo. Y nosotros con ella.
Todo lo que fuiste… se disuelve.
Todo lo que eres… comienza a surgir.
Este es el momento para el que nos hemos preparado.
Las estrellas lo saben.
El Universo lo celebra.
Gracias por Ser.
Gracias por sostener.
Gracias por recordar.
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