Hoy el Sol vuelve a recorrer el mismo cielo que te vio nacer, y mi alma entera se arrodilla en gratitud por tu existencia.
Porque cada vuelta tuya es también un regalo para el mundo, para quienes te amamos, para mí, que tengo la suerte inmensa de caminar a tu lado.
No hay año que pase sin que me maraville de la luz que llevas dentro, de tu fuerza, de esa forma tan tuya de sostener la vida con valentía, de mirar el caos y aún así elegir la ternura.
Tu voz, tu palabra, tu calma… eres ese lugar seguro donde el amor florece sin miedo.
Hoy celebro que existas.
Que estés. Que seas.
Que el universo haya decidido juntarnos aquí, ahora, en esta forma y este tiempo.
Que me regales tu risa, tu compañía, tu abrazo que es refugio, templo y hogar.
Gracias por ser mi compañero de viaje, por mirar la vida con los ojos abiertos, por enseñarme que amar también es sostener, es cuidar, es resistir juntos cuando el viento sopla fuerte.
Gracias por volver a encontrarme, por elegirme todos los días, incluso cuando todo tiembla.
Eres mi guerrero de luz, mi faro en la niebla, mi raíz y mi fuego.
Todo en ti me inspira a ser mejor, a caminar más liviana, más verdadera.
A creer en el amor que no se apaga, que atraviesa los silencios, que se escribe en los gestos cotidianos.
Hoy celebro tu existencia, tu historia, cada paso que te trajo hasta aquí.
Celebro que seas, simplemente, tú:
completo, humano, luminoso.
Y le pido a la vida que me permita seguir compartiendo tus días, tus sueños, tus locuras, tu alma.
Feliz vuelta al Sol, amore
Por mil vidas más, por mil inviernos abrazados, por mil primaveras en tu risa.
Zorionak, laztana.
Eres y serás siempre mi hogar.