Estamos atravesando un tiempo profundo, un pasaje sutil y luminoso que nos invita a recordar lo esencial. El Solsticio no llega para traernos algo desde afuera, sino para encender lo que ya vive dentro de nosotros: esa luz que a veces olvidamos, ese amor que somos, esa calma que nos sostiene cuando todo afuera parece moverse.
Este momento es una oportunidad para respirar más hondo, para regresar a tu centro y escuchar el susurro de tu propia verdad.
No hay nada que alcanzar,
ni ningún lugar al que llegar.
Solo este instante. Solo tu presencia.
Solo tu corazón, que late con la sabiduría del universo entero.
Tal vez estés sintiendo movimientos internos, tal vez el cuerpo habla con sensaciones nuevas o emociones que piden espacio para ser vistas. Todo es parte del mismo proceso amoroso de regresar a ti. No hay error en lo que estás viviendo.
Todo lo que atraviesas tiene un propósito: ayudarte a soltar lo que ya no eres
y abrazar lo que siempre has sido.
No necesitas tener todas las respuestas.
No necesitas estar siempre bien.
Solo necesitas permitirte ser, permitir que la luz que te habita haga su trabajo silencioso, suave, profundo. Estás despertando a un amor más grande, un amor que no juzga, que no exige, que simplemente abraza.
Confía en tu proceso. En tu tiempo.
En tu alma.
Lo estás haciendo bien.
Todo en ti sabe cómo florecer. Afloja el cuerpo. Suelta la exigencia. Descansa en ti.
Tú eres el templo. Tú eres el portal.
Tú eres la medicina que has estado buscando.
No lo olvides, No te olvides